domingo, 8 de mayo de 2011

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Hallan en Murcia uno los sapos más raros y en peligro de extinción de España



  
Una colonia de sapo partero bético o alytes dickhilleni, uno de los sapos más raros de España, ha sido encontrada en Sierra Espuña, según ha informado un portavoz de la Asociación Herpetológica Murciana (Ahemur). Esta especie es endémica del sureste ibérico y sus únicas poblaciones mundiales se localizan muy dispersas por algunas localidades de las provincias de Málaga, Granada, Almería, Jaén, Albacete y Murcia.
Los sapos parteros son conocidos por su curiosa biología reproductiva
El mismo portavoz ha explicado que la importancia de los ejemplares ahora descubiertos radica en que "están completamente aislados de las principales poblaciones situadas en la comarca del noroeste murciano, y representan el límite de distribución suroriental mundial para esta especie".
Los sapos parteros son conocidos por su curiosa biología reproductiva, ya que son los machos los que se hacen cargo de los huevos una vez puestos por las hembras, cargándolos a sus espaldas y proporcionándoles los cuidados necesarios hasta que llega el momento de la eclosión de los renacuajos.

El hallazgo de la colonia de sapos fue comunicado a Ahemur por la dirección del Parque Regional de Sierra Espuña, que ha mostrado a la asociación conservacionista su interés por llevar a cabo aquellas medidas que garanticen la continuidad de esta "rareza faunística".
Conservación
Ahemur ha ofrecido su colaboración desinteresada a la consejería de Agricultura y Agua para la puesta en marcha de iniciativas relacionadas con la conservación de los anfibios y reptiles de la Región de Murcia, en especial del sapo partero.
Según esta organización, los anfibios son el grupo de vertebrados que está sufriendo un mayor declive de sus poblaciones a nivel mundial, a causa sobre todo del calentamiento global de la atmósfera, la aparición de nuevas enfermedades y la alteración de sus hábitat.













Los pingüinos jóvenes mueren en la Antártida por falta de alimento

France Press | 11/04/2011 - 23:13


Los pingüinos jóvenes de la Antártida estarían muriendo debido a las dificultades para encontrar alimento, ya que el derretimiento del hielo aleja a los pequeños peces que comen, indicaron este lunes investigadores estadounidenses.
Solo cerca del 10% de los pingüinos bebés etiquetados por los investigadores están regresando en dos a cuatro años para reproducirse, cuando en los años '70 esa cifra ascendía a entre 40 y 50%, señala el estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los 'pingüinos de barbijo' (Pygoscelis antarctica), conocidos por sus marcas en la cabeza que se asemejan a un gorro con una línea negra debajo del cuello, son el segundo mayor grupo en la zona después de los 'pingüinos macaroni' (Eudyptes Chrysolophus), y se encuentran en particular riesgo debido a que su población se restringe a una sola área, las islas Shetland del Sur (entre la Península Antártica y Ushuaia, en el extremo sur de Argentina).
Solo cerca del 10% de los pingüinos bebés etiquetados por los investigadores están regresando en dos a cuatro años para reproducirse, cuando en los años '70 esa cifra ascendía a entre 40 y 50%, señala el estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los 'pingüinos de barbijo' (Pygoscelis antarctica), conocidos por sus marcas en la cabeza que se asemejan a un gorro con una línea negra debajo del cuello, son el segundo mayor grupo en la zona después de los 'pingüinos macaroni' (Eudyptes Chrysolophus), y se encuentran en particular riesgo debido a que su población se restringe a una sola área, las islas Shetland del Sur (entre la Península Antártica y Ushuaia, en el extremo sur de Argentina).



"Es un cambio dramático", dijo a la AFP Wayne Trivelpiece, investigador de la División de Investigación del Ecosistema Antártico de la Administración Nacional Atmosférica y de Océanos (NOAA).
"Aún hay entre dos y tres millones de parejas de 'pingüinos de barbijo' en esta región, pero había entre siete y ocho millones dos décadas atrás", señaló.
"Actualmente existe cierta preocupación. Necesitamos hacer un seguimiento de estos animales", agregó.
El estudio, que abarca 30 años, incluyó a los pingüinos de Adelia (Pygoscelis adeliae) en la Antártida occidental y siguió la evolución de su principal fuente de alimentación, el krill, pequeños crustáceos parecidos a los camarones de los que se alimentan fundamentalmente las ballenas, la focas y los pingüinos.
Trivelpiece es coautor de un estudio publicado en 1992 que sugirió que las poblaciones de pingüinos surgían y decaían según los cambios en el hielo marino, con un mejor desempeño de los pingüinos de barbijo en los años cálidos y los de Adelia prosperando en los años fríos.
Los pingüinos de barbijo comen y hacen sus nidos lejos de la nieve y el hielo, por lo que se los considera animales que evitan el hielo, a diferencia de los de Adelia, que se alimentan en ambientes helados y se los considera más vulnerables cuando hay poco hielo.
No obstante, Trivelpiece y los coautores de aquel estudio ahora creen que el krill es el verdadero culpable de la desaparición de las poblaciones de pingüinos, y que el daño afecta a ambos tipos.
El krill necesita hielo para sobrevivir, y a medida que el cambio climático provoca un mayor deshielo, las pequeñas criaturas marinas no pueden criarse ni alimentarse de fitopláncton en el hielo, por lo que descienden en número, disminuyendo a su vez una importante fuente de alimentación para los pingüinos.


"Bajo un escenario de calentamiento global y aumento de la temperatura, habíamos vaticinado que los pingüinos de Adelia y otros animales amantes del hielo deberían declinar, mientras los pingüinos de barbijo y otros animales que evitan el hielo deberían aumentar", dijo Trivelpiece sobre el estudio de principios de los 90. Pero poco después de aquella publicación, la información comenzó a cambiar.
"Desde ese punto en adelante, perdimos esos grandes flujos y ambas especies comenzaron a comportarse de la misma manera y ambas comenzaron a decaer en forma dramática", afirmó.
"Para el momento en que tuvimos información suficiente para darnos cuenta de lo que estaba ocurriendo con los jóvenes, nos dimos cuenta de que la gran diferencia estaba entre los primeros años, cuando había mucho krill, y los últimos años cuando no lo había", afirmó.
En las últimas tres décadas, el krill declinó 81%, señala el nuevo estudio.
"Si el calentamiento continúa, el hielo marino podría desaparecer en buena parte de esta región y exacerbar una disminución del krill y de los pingüinos", indica.
Pese a que se considera que la principal causa de la disminución de krill es el cambio climático, un resurgir en la cantidad de ballenas (debido a las moratorias para su caza) podría estar implicando un aumento en la cantidad de predadores que se alimentan de estos pequeños crustáceos, dijo Trivelpiece.
Una gran industria pesquera que usa el krill para alimentar a sus cultivos también podría estar influyendo en la baja, puntualizó el estudio.
Mientras los pingüinos están lejos de la extinción, los investigadores urgen a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza que los evalúe y posiblemente los suba en su lista roja de especies vulnerables.

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